Ayer se presentó en el mercado boliviano “Coca Brynco”, una bebida energética elaborada con hojas de coca. Este acto se enmarca en una campaña internacional por parte de Bolivia que pide la despenalización del uso de la hoja de coca. El presidente boliviano, Evo Morales, espera que la ONU legalice uno de los usos ancestrales de la hoja de coca, una mercancía común en la cultura andina. El problema principal reside en que la coca contiene alcaloides -cocaína y ecgonina- de los cuales se extrae la cocaína. Estos son los que han llevado a la planta a ser objeto de una prohibición internacional. En 1961, la Convención sobre estupefacientes determinó la erradicación total de los cultivos de coca existentes en Colombia, Perú y Bolivia en un plazo máximo de 25 años. El acuerdo prohíbe además el masticado de la hoja de esa planta.
El próximo 31 de enero concluye el periodo de 18 meses para registrar objeciones formales a la petición de Bolivia de su legalización. El masticado de coca podría despenalizarse de manera automática si al final ningún país presenta su oposición, aunque parece ser que Estados Unidos no lo va permitir.
Fue también ayer cuando un periodista le preguntó a Alfredo Pérez Rubalcaba la opinión del Ejecutivo sobre la posible legalización de la hoja de coca. La respuesta fue un “eeeeh” seguido de siete segundos de silencio para luego concluir: “Reconozco que no tengo una posición sobre la materia”. Lo curioso es que el día anterior, el martes, Trinidad Jiménez, ministra de Relaciones Exteriores, habló con el canciller boliviano, David Choquehuanca, para comunicarle que España entiende la petición de Bolivia y mostrarle el interés de mediar sobre este tema para que se pueda alcanzar un acuerdo.
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