(Gráfico animado pinchando sobre la imagen)
Pero, ¿y si no cambiáramos la hora? ¿Qué ocurriría? Bueno, pues para empezar, tendríamos la misma hora que ingleses, irlandeses y portugueses. Es decir, la que realmente nos corresponde por huso horario. En 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, Alemania impuso a la Francia ocupada su huso horario (por razones tácticas) y España, en plena dictadura franquista, también lo adoptó como gesto de simpatía hacia Hitler. Desde entonces los españoles vivimos con una hora de adelanto. Ya han transcurrido 72 años y seguimos viviendo con una hora de adelanto (dos en verano) sobre el horario solar. En realidad nuestras costumbres no se corresponden con la hora solar y eso puede provocar desajustes.
Esto explicaría porqué en España tenemos fama de comer o cenar tarde cuando no es del todo cierto. Según nuestros relojes almorzamos sobre las dos y cenamos en torno a las nueve de la noche, pero según la hora solar lo estamos haciendo a la una del mediodía y a las ocho de la tarde. Horarios muy similares al resto de europeos.
En verano es aún peor. Esas jornadas de principios de julio que a las 10 de la noche (según el sol, las 20.00 horas) todavía clarea el día, se hacen larguísimas. Recuerdo esos veranos cuando aún era pequeñito y mis padres me mandaban acostarme. Me fastidiaba enormemente que todavía fuera de día. No entendía nada: yo en la cama, la ventana abierta, calor, el cielo raso, azul y sin embargo todavía no habían salido las estrellas. Han pasado unos cuantos años y sigo sin entenderlo. En verano sigo teniendo parecidas sensaciones, como si viviera con un ‘jet lag’ permanente.
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