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Han pasado ya 13 meses desde que en marzo de 2011 estallaran una serie de protestas en Siria con el fin de demandar reformas. El pueblo pedía cambios. Estas protestas fueron reprimidas con extrema violencia por el régimen del presidente sirio Bachar al Asad. Desde entonces se ha producido un constante goteo de muertes que según la ONU llegan ya a las 10.000 personas.
El pasado 12 de abril entró en vigor un alto el fuego. Simple fachada,. La represión en forma de tortura, ejecuciones y asesinatos se han seguido produciendo a diario. El pasado día 16 llegaron los primeros observadores de la ONU. Tal vez para, con su presencia, imponer un poco de cordura. Pero no, en estos pocos días se han producido más de 400 muertes. Hoy con el bombardeo sobre Hama (71 muertos) y distintas refriegas en ciudades como Alepo, Deir al Zur y Homs las víctimas mortales suman más de 100.
Y para mejorar esta situación prebélica, el próximo 7 de mayo hay convocadas unas elecciones legislativas “libres y transparentes” según el gobierno en el poder. De Siria se habla poco, pero da miedo. Rusia y China apoyan al régimen actual y seguramente nunca consentirán una intervención armada. ¿Qué pasará? Siria desaparecerá de los informativos de prensa, radio y televisión. Alguna o varias potencias mundiales (de los llamados países civilizados) mirarán hacia otra parte y aquellos que protestaban, cambiarán los gritos por el silencio, por la impotencia, por el hambre por el dolor, por la muerte.
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